Cuando le dio la gana afinó su guitarra y empezó a tocar. Hacía lo que quería cuando quería, sin darle cuentas a nadie. Era un narcisista arrogante, pero ¡qué cojones!, le daba mil vueltas a todos los allí presentes. Su sonido era increíble. Ella lo miraba desde la otra punta del local, se había prometido mil veces no enamorarse, y menos de un chulo como él, que solo se quería a si mismo, a sí mismo y a la música. Pero sus ojos azules, su lisa melena castaña y los sonidos de aquella vieja Les Paul se le clavaban como cuchillos afilados, abriendo lentamente todas las heridas del pasado.
Estaba enamorada. Irremediablemente enamorada.
Hola!! he visto tu Blog en una página de Tuenti y lo he estado leyendo y me gusta, así que me uno a seguirte!! ^^
ResponderEliminarUn beso!
te sigo!
ResponderEliminarhttp://foraworldofimpossibledreams.blogspot.com/